Después de más de cinco años de crisis, la transformación de la conducta de los consumidores es evidente. Las cifras macroeconómicas nos hablan de una restricción en el consumo, con caídas de las ventas minoristas y un desplome de la confianza del consumidor en el momento económico actual. AIDIMA realiza un seguimiento de los valores y estilos de vida que impregnan las decisiones de consumo y su efecto en el mercado del mueble y otros objetos para el hogar. Existen tres respuestas principales del consumidor ante la crisis: la resistencia, la evasión y la búsqueda de alternativas.

La primera respuesta del consumidor consiste en la resistencia al cambio. Se intenta mantener en la medida de las posibilidades de cada uno el nivel de vida del período previo a la crisis, aunque el poder adquisitivo haya disminuido. Diversos estudios hablan de un crecimiento del mercado del lujo, a pesar del momento económico. En las gamas media y baja de los mercados, los consumidores hemos recortado nuestros presupuestos, pero seguimos destinando parcelas de gasto a satisfacer algún deseo (cambiar el teléfono móvil o la tableta, etc.), por lo que sigue habiendo reminiscencias de la época de bonanza.

Por otro lado, una segunda respuesta es buscar la evasión ante la difícil situación económica. Para ello, las actividades de consumo se centran en el ocio, donde destacan los videojuegos de todo tipo. A menudo, la gamificación de numerosas actividades se produce de forma gratuita, a través de aplicaciones descargables. Otra manifestación de esta tendencia es el auge de las aficiones domésticas, como la gastronomía (fabricación de cerveza casera, cocina experimental en casa, etc.) y otras actividades manuales (scrapbooking, etc.).

Finalmente, una parte de la sociedad se ha lanzado a la búsqueda de alternativas viables frente al estilo de vida consumista. Se procuran formas de consumo más cercanas y sostenibles (cooperativas de consumidores, comercio local, CashMob, etc.). Esta vía supone la revisión individual de aquellas decisiones sobre las que se sustentaba el período de bonanza anterior a la crisis (cambiar de entidad bancaria, participar en un movimiento social, etc.).