A menudo, el arte ha sido considerado un elemento complementario de la casa, como una pieza añadida al decorado. Hoy en día, sin embargo, cuando se impone como elemento base del marco vital no se introduce con posterioridad, sino que se integra directamente como parte del proyecto arquitectónico. La incorporación artística genera y conforma un espacio de una naturaleza diferente, inevitablemente más singular. El elemento artístico, pocas veces neutro, va a introducir una verdadera predisposición de la función de las cosas o a cuestionar lo que se encuentra fuera de los caminos marcados, el buen o el mal gusto.
El creciente interés por una interacción entre el arte y la arquitectura, entre el arte y el diseño, fruto del deseo de afirmar una elección personal, más libre. Esta búsqueda de una dimensión más artística emerge, desde el punto de vista del avance, como una reacción contra las cosas establecidas, en el cuestionamiento más radical de los espacios, de las actitudes y de los modos de vida. Es la búsqueda de un nuevo impulso, de aire fresco o de libertad, de una alternativa menos sistemática que el estándar impuesto por la moda o las tendencias. Es la posibilidad de vivir cosas nuevas, con esa idea siempre emocionante de la experiencia o de la aventura.
Actualmente, el periodo “heroico” del diseño parece acabado, se buscan otras lecturas, una nueva historia, una historia posiblemente reactivada por la nueva visión de comienzos de siglo XXI, donde el mueble, la función del diseñador y la organización de los interiores pueden ser repensadas por todos los que contemplan el espacio, desde los arquitectos hasta los artistas visuales, hasta los grafistas. Están cambiando las cosas.
El arte que sólo es decoración ciertamente es agradable a la retina, pero no aporta nada. El arte es como un virus que nos hace repensar o dar sentido a nuestras posturas. Arte como todo pensamiento actual recio, debe asumir este enfoque de contaminación. Tiene que infiltrarse en toda sociedad, sea en los medios de comunicación, la vida, en todo.. Por lo cual la dimensión de lo práctico y de lo básico están presentes y caracterizan ciertas particularidades del mismo… el arte tiene que ver todo con lo preciso y necesario. Al contrario del minimalismo, que ha terminado por convertirse en un estilo, el concepto de arte en el hábitat no hace apología de la reducción, del mismo modo que no tiende a un materialismo formal. Se inscribe más bien en la búsqueda de una evidencia. Es una alternativa razonada, frente a la complejidad, la acumulación o el amontonamiento siempre creciente de los objetos cotidianos.
Una objeción de los lugares frecuentes cuyos modelos de calidad o de seducción se expresan mediante el sobre-añadido, la ornamentación, un exceso de fascinación por las formas y los materiales.
La calidad buscada en el arte no es producto de la exuberancia visible. Decir lo máximo con lo mínimo, alcanzar la idea de claridad, de ligereza, de luminosidad de las cosas, levedad, espacio. Lo artístico procede en este caso de la esencia misma del objeto, de su desnudez.. El esquematismo se impone, pero de forma poética, no ética, unida al uso, a la economía de materias (los recursos no son ilimitados). Es el regreso de las formas geométricas y colores primarios, en esta voluntad de producir cosas y lugares evidentes y comprensibles de forma inmediata para todos.
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