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El imperativo tecnológico español

Antonio Ferrante, Director General de   Ibertec Sistemas

Antonio Ferrante, Director General de Ibertec Sistemas

Opinión
Seguro que muchos de nosotros hemos llegado a la conclusión de que los momentos delicados por los que pasa la economía española no son sólo imputables a la famosa crisis financiera, como podría ser el caso de algunos de los países de nuestro entorno. Podríamos incluso afirmar que España está atravesando varias crisis solapadas que evidencian, más que en ningún otro lugar, la debilidad de nuestro modelo productivo.

Uno de los factores de más relevancia, a la hora de analizar las causas de la exagerada recesión económica que estamos experimentando, tiene que ver con el modelo de construcción europeo, que habrá que revisar algún día. En efecto, si en un primer momento podrían considerarse como un regalo celestial las enormes inyecciones de capitales derivados de los fondos estructurales de cohesión, de las inversiones extranjeras en términos de industria y servicios, del enorme flujo de producción que nos llegaba de nuestros socios comunitarios, solamente por ser una atractiva alternativa ‘Low Cost‘ para la fabricación de productos de alto coeficiente en mano de obra poco cualificada, no es menos cierto que tenemos que admitir que dicho proceso, unido a una mala gestión de los recursos, han generado una total insostenibilidad y una gran distorsión de la realidad socio-económica de nuestro país. Durante muchos años, España se ha parecido a esas ocas que se ceban por interés y que acaban muriéndose de éxito. Esta avalancha de demanda, tanto interna como externa, ha engendrado un modelo productivo de nuestras empresas donde los factores de Valor Añadido, Diseño, I+D+i y Marketing han sido prácticamente relegados a la más estricta insignificancia, transformándonos, en términos generales, en meros vendedores de mano de obra barata, y poco más.

Si consideramos que recibíamos alrededor del 2% de nuestro PIB en fondos de cohesiones y otro tipo de subvenciones -lo que rebajaba nuestra tasa real de crecimiento al nivel medio europeo y que nuestra inflación -ella sí por encima de la media europearondaba entorno al 4% anual, es fácil entender una de las razones principales de nuestra pérdida de competitividad progresiva que se puso claramente de manifiesto a principios del año pasado, cuando estalló la burbuja inmobiliaria, saltó a la palestra la crisis financiera internacional, se inició el proceso de destrucción masivo de empleo y se derrumbó el consumo frenético que ejercía el conjunto de la sociedad española, generando un círculo vicioso de compleja solución.

Desde entonces, entró un factor nuevo para muchos empresarios: había que competir y no sólo responder a la demanda. Además, había que competir al nivel internacional ya que la globalización de los mercados dejó las puertas abiertas a multitud de países que están experimentando, en los 4 continentes, el mismo fenómeno que nosotros vivimos hace unos 30 años. Por simplificar : competir con los chinos en el segmento bajo y con los italianos en el segmento alto. Muchas de nuestras empresas se encuentran prisioneras en esa estrecha franja donde nuestros costes sociales y estructurales no nos permiten competir con los países asiáticos y donde nuestra carencia en todo lo relacionado con el valor añadido no nos permite entrar, de manera significativa, en mercados actualmente monopolizados por nuestros amigos transalpinos y otros más.

Las soluciones, pasan, en primer lugar, por un gran esfuerzo de realismo, por decisiones políticas valientes y sobre todo, por potenciar todos los factores fundamentales de competitividad que habíamos marginado en nuestra etapa de gran abundancia. Hablamos de nuevo de Valor Añadido, Diseño Propio, I+D+i, Cultura del conocimiento, Marketing y otras herramientas que permiten posicionar el producto justo en el mercado justo. Dentro de este concepto, son fundamentales las herramientas de nuevas tecnologías que permiten diferenciarse y realizar productos de gran complejidad a coste mínimo, que pueden reducir el coeficiente de mano de obra en beneficio del valor agregado, y que hacen posible ser excelentes en servicio y calidad, en resumen, ser competitivos.

Observemos que una crisis de tal magnitud tiene un carácter selectivo muy destacado, y sólo podrán sobrevivir las empresas que hayan superado el reto de pasar de fabricantes a creadores de productos. Productos con un concepto específico, que salgan de nuestras empresas con un adecuado nivel de rentabilidad y que, de esta forma sí, puedan ser demandados por unos mercados que solicitan artículos altamente cargados de valor añadido.

La transformación tecnológica de la empresa española es posible.

Fuente: periódico ‘El Sector’, publicada por FEVAMA. Autor del artículo: Antonio Ferrante, Director General de Ibertec Sistemas

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