La mayoría de especies de madera que se utilizan en construcción y carpintería, no tienen alta durabilidad natural frente a los agentes bióticos (hongos e insectos), por lo cual necesitan ser protegidas antes de su instalación en el exterior. Por ello, a lo largo del tiempo se han ido desarrollando procesos y productos que le confieren la durabilidad necesaria para soportar el paso del tiempo y las inclemencias climáticas que conllevan la posibilidad del ataque de estos agentes.
Durante el siglo XX se desarrollaron productos para impregnación, tanto superficial como en profundidad. Estos productos tenían diferentes naturalezas y los más comunes son:
– Creosota.
– Sales de cobre (CCA, CCB, etc).
– Productos orgánicos (con principios activos como el Lindano, las permetrinas, los azoles, etc).
Paralelamente también se desarrollaron diferentes sistemas que sirvieran para la aplicación de estos productos:
– Autoclaves de vacío/pulverización, vacío/inmersión y vacío/presión.
– Sistemas de pulverización.
– Sistemas de inmersión.
Más cercano en el tiempo, entre finales del siglo XX y principios del XXI, se han empezado a desarrollar tratamientos alternativos y menos contaminantes, ya que no utilizan productos tan tóxicos para el medio ambiente y que confieren a la madera, además, cualidades añadidas, como una alta estabilidad dimensional.
Estos tratamientos son de dos tipos:
– Modificación térmica.
– Modificación química.
La modificación térmica se realiza en hornos de alta temperatura y procesos con vapor de agua, que modifican parcialmente la estructura de la madera, generando cierta mejora en su durabilidad biótica y algo más alta en su estabilidad dimensional.
En cuanto a la modificación química, esta se realiza mediante la impregnación de la madera en profundidad, con sustancias que modifican químicamente su estructura interna. Estos productos pueden ser:
– Alcohol Furfurílico
– Anhídrido Acético
Esta modificación química, mejora sustancialmente la durabilidad biótica y también su estabilidad.
Finalmente, existe también la posibilidad de utilizar especies de madera (frondosas tropicales generalmente) que ya tienen una durabilidad natural alta y que no precisan estos tratamientos/modificaciones para aguantar los ataques de los agentes bióticos. Estas maderas suelen provenir de países tropicales (Asia, África y Sudamérica) y aunque no suelen ser demasiado estables dimensionalmente, con una buena selección y secado dan por lo general buenos resultados. Entre las más comunes se encuentran:
– Iroko.
– Elondo.
– Ipe lapacho.
– Teca.
– Jatoba.
También existe la opción de realizar los diseños de forma preventiva de los elementos a construir con madera, de manera que la madera se encuentre protegida y/o alejada de los posibles puntos de entrada del agua y de los agentes degradadores.
Regularmente, AIDIMA realiza ensayos para verificar los tratamientos preventivos aplicados a la madera, tanto con sales de cobre como con productos orgánicos. Asimismo, asesora a empresas y organismos públicos respecto a los diseños constructivos más adecuados para que la madera tenga la máxima durabilidad posible una vez instalada.
Departamento de Tecnología y Biotecnología de la Madera
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Más información sobre el Servicio técnico de asesoramiento y control para obra nueva con madera.
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