La implicación de la domótica en los espacios donde el ser humano desarrolla sus actividades, vivienda, oficina, y espacios públicos, entre otros, ha cambiado la forma de entender el entorno y el papel que desempeña la tecnología al servicio del ser humano. Un nuevo panorama que ha supuesto avances en numerosas áreas como la eficiencia energética, el ocio, o el confort, y que está traspasando ya el umbral de la acción-respuesta y se encamina hacia un reciente concepto acuñado bajo el término “Inteligencia Ambiental”.
El Instituto Tecnológico del Mueble, Madera, Embalaje y Afines, AIDIMA, está desarrollando distintos escenarios en un entorno hábitat donde el usuario es “servido” por la tecnología en sus necesidades domésticas mediante un sistema de aprendizaje que analiza, valora y establece cuáles son los patrones de comportamiento en función de los hábitos de la persona para generar, modificar o anular las órdenes de ejecución del sistema.
Los ingenieros del departamento del Tecnología de Procesos del Centro Tecnológico están programando un sistema capaz de reconocer al usuario incorporando información detallada -extraída de las encuestas que sobre comportamiento humano ha realizado AIDIMA para tal fin-, a un clasificador o librería (base de datos inteligente) para que a través de un proceso algorítmico calcule y genere patrones del comportamiento para cada hábito humano e individual.
De esta forma, la “inteligencia” del sistema no sólo genera estos patrones sino que determina si se cumplen o no en el futuro, para encadenar de esta forma un aprendizaje continuo que dé correspondencia sin error a las decisiones de ejecución en función de las necesidades del usuario, de tal modo que en caso de conflicto sea el propio sistema quien decida qué acción realizar. En este contexto, cada hábito dispone de un patrón, y cada hábito puede a su vez estar compuesto por una o varias acciones.
Hábito “ergo” comportamiento
Por ejemplo, encender la luz de la cocina, encender la encimera, y el extractor de humos, podría suponer que el individuo pretende cocinar o hacerse unas tostadas, tres acciones que el sistema podría reconocer como el hábito “merienda”, y el sistema establecería un patrón de comportamiento del que iría aprendiendo en el futuro para su adaptación a las necesidades del usuario (puesto que éste puede modificar su comportamiento) lo que generaría un nuevo patrón y extinción o relegación del anterior a un segundo plano que entraría en función dependiendo de determinadas variables.
De este modo, se generarán tantos patrones como hábitos detecte el sistema en función de esas múltiples variables detectadas en las encuestas, o en función de las horas, el clima, el día u otros factores que permitan integrar adecuadamente la riqueza de los cambios del comportamiento humano.
Robot virtual
La dificultad en el éxito del sistema reside por tanto en programar adecuadamente los distintos hábitos para que el sistema reconozca un patrón, y que comience a partir de ahí el proceso de aprendizaje que le permitan establecer criterios fiables de mandato a los dispositivos domóticos. Para realizar esta tarea “inteligente” los desarrolladores de AIDIMA han ideado un “robot virtual” que hará las veces de usuario y planteará numerosos cambios al sistema para que éste reaccione ante un entorno cambiante.
De este modo, cada individuo tendrá un perfil en el sistema que cubrirá sus necesidades específicas, en un contexto donde el principal objetivo es crear un ambiente inteligente que se anticipe a la voluntad de cada usuario. Un sistema, en definitiva, que conforma un medioambiente electrónico que reconoce y responde a la presencia de los individuos de forma invisible y anticipativa.
El Instituto tecnológico AIDIMA está trabajando en esta línea de investigación -mediante el proyecto “Sistema Distribuido de Inteligencia Ambiental”, financiado por el Instituto Valenciano de Competitividad Empresarial (IVACE) con recursos del Fondo Europeo de Desarrollo Regional (FEDER)-, utilizando el equipamiento de una vivienda, en el nuevo Laboratorio de Inteligencia Ambiental (LIA), para “esconder” los distintos dispositivos electrónicos que reciben las órdenes del sistema para las distintas acciones, y favorecer así un entorno amable sin estar rodeados de aparatos.
Mobiliario inteligente
De esta forma, el proyecto de investigación pretende dar respuesta a los principales hábitos humanos en una vivienda incorporando al mobiliario dispositivos domóticos interconectados que se anticipen a las acciones del individuo, y se pasaría por tanto, de un concepto de mobiliario domótico, a otro de “mobiliario inteligente” y de inteligencia ambiental en su integración total con el hábitat.
Estos dispositivos, que se integran tanto en el mobiliario como en otros elementos del hábitat, están compuestos por sensores que reciben las señales, y actuadores que generan las respuestas a partir de un contexto reconocido por el sistema (bien programado o aprendido) y que ha establecido a partir de los hábitos y el reconocimiento del usuario, y por tanto, lo ejecuta como respuesta evidente ante comportamientos habituales y periódicos que derivan de las tareas o actividades realizadas por ese sujeto.
Un futuro de no ciencia-ficción
No es necesario defender la evidencia de los inventos hechos realidad a partir de las ideas descritas en obras literarias para valorar una realidad (la inteligencia ambiental aplicada al hábitat) que se atisba como solución a numerosos problemas derivados de la movilidad del ser humano ya sea temporal o permanente, o en respuesta a mejorar su bienestar, como pudieron ser en su día la incorporación de los primeros electrodomésticos para las tareas domésticas.
Es por ello que esta vertiente de investigación es un pozo de recursos para plantear en distintos ámbitos humanos, desde el específico como pueden ser los hábitos más ordinarios, hasta otros como la seguridad contra gas, fuego, o atención a los bebés, por ejemplo, pasando por aplicaciones en geriatría, con el desarrollo de colchones anti-llagas, que varían su dimensión y dureza en función de los movimientos y características del paciente, y un sin fin de opciones que la imaginación pueda aportar, sin olvidar el gran avance que pueden suponer en un futuro el aprendizaje de los sistemas de inteligencia ambiental por reconocimiento de imágenes.
Laboratorio de Inteligencia Ambiental
AIDIMA está configurando en la actualidad el nuevo Laboratorio de Inteligencia Ambiental (LIA) en el que se crearán los primeros escenarios inteligentes que dispondrán de 20 sensores que servirán de plataforma para el desarrollo de futuros proyectos como bancos de pruebas al servicio de aplicaciones concretas de las necesidades humanas.
El Instituto Tecnológico apuesta por los desarrollos en base a esta tecnología, denominada por la Comisión Europea como el principal escenario de futuro para el siglo XXI, que enmarcan a la inteligencia ambiental como la creación de un entorno en el que las personas están envueltas y asistidas por objetos cotidianos comunicados entre sí a través de dispositivos ocultos (interfaces embebidos) inteligentes e intuitivos, que conforman un espacio que reconoce y responde a la presencia de los individuos de forma invisible y anticipativa.
Organismos financiadores:
Generalitat Valenciana. IVACE. Instituto Valenciano de Competitividad Empresarial.
Unión Europea. Fondo Europeo de Desarrollo Regional.
Para conocer más información sobre el proyecto o contactar con nuestros investigadores contacte con AIDIMA.
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