Es el mundo de los viajes y de los intercambios. Es el ojo que curiosea sin conquistar las culturas y las tradiciones cuya riqueza y especificidad admitimos. El énfasis en todas aquellas cosas que anteriormente se habían confinado al carácter folklórico y que ahora adquieren un estatus más próximo a la realidad moderna. Es la mezcla original de universos, objetos, técnicas… que podrían haberse considerado como incompatibles. Es el deseo de encontrar la serenidad, cada vez se sueña más con huidas que sirvan como orígenes de contemplación y de evasión. Esta búsqueda de algo mejor, se traduce en la atracción por regiones lejanas cuyos modos de vida nos fascinan.

“Fusión Tradicional” es, en cierto modo, el deseo de contradecir al modelo dominante nacido de la globalización, lo que puede ser definido como nuevo “exotismo moderno” . A partir de ahí, se reafirman diferencias basadas en singularidades geográficas y culturales, pero que en la actualidad ya no se expresan necesariamente en el país de origen. Se alzan las barreras entre Oriente y Occidente, entre artesanos locales e industria puntera, entre creadores y editores de todo el mundo. A partir de ese deseo de marcar las diferencias, de esa necesidad vital de hacer un cambio de escenario con nuestros objetos y nuestros espacios cotidianos, se impone cada vez más la idea de fusión.

Aplicadas al universo de la casa, estas aspiraciones revelan la gran necesidad de libertad de expresión y de mestizaje. Se descubre la vida a ras de suelo, los ambientes étnicos y depurados que revelan materias naturales, maderas oscuras brutas, gres, granito, piedra de lava, junco, mimbre, coco, fibra de palmera… La intemporalidad del saber artesanal se revaloriza por el viaje. Y se impone en oposición a la modernidad.

Persistiendo el asentamiento a los valores refugio de la tradición, esta tendencia pone en tela de juicio los valores patrimoniales de la casa. Nostálgicos y audaces, los universos creados superan con serenidad los caminos usados por los estilos. Es un alejamiento del academicismo gracias a la voluntad de desmesura y de teatralidad, casi barroca, vinculada a las mezclas de estilos nacidos de un tomar partido por el optimismo. Estas referencias son fuente de energía creadora en ciertos decoradores de moda. Lo clásico y lo moderno forman asociaciones insólitas, de colores vivos o de contraste, materiales inéditos o fuera de lugar, cuando el prestigio del conocimiento técnico de los artesanos vuelve a tener vigencia. Al mismo tiempo, la necesidad de experimentación se reafirma en los creadores y diseñadores actuales, ante la necesidad de desarrollar y concebir nuevas formas para sus muebles, objetos, accesorios, su ropa, su completo entorno.

Por esto, al margen de la producción en masa, nace toda una investigación de laboratorio, a la búsqueda de productos alternativos que sean más flexibles, más satelizados, más fuera de lo común que aquellos que son producidos por la industria, ciertamente mejor adaptados a la multitud de nuestras demandas y de nuestros gustos. Nos encontramos pues, ante una mezcla de nuevas tecnologías y de saber hacer tradicionales, de componentes high-tech y de materiales naturales con cualidades intemporales.

Es por tanto una visión futurista de la creación, la posibilidad de una nueva vía entre artesanía, arte e industria. No es ni una imagen retrospectiva o un cliché nostálgico, más bien al contrario, un uso adaptado de la tradición a la modernidad. Visión que se define como una expresión de que lo tradicional no se vive actualmente como contrapeso a lo industrial, sino que busca sobretodo fundirse con ella. Así, las fronteras entre la tradición y lo moderno son menos herméticas, menos diferenciadas y delimitadas, como se ve en la investigación científica, la investigación textil o de materiales sintéticos.